30.3.11

  ME.






Todos sufren, todos lloran,

yo también, pero tú, tú también. 
Me hablaste en grande, 
me contaste cómo de maravilloso sería todo,
tanto me enseñaste. Creí que me enseñaste tanto. 
También me quisiste, y tanto que me quisiste, me quisiste tanto. 
Ahora todo se ha derrumbado, 
se ha echado a perder. 


No es mi turno, aprende a llamar a mi puerta. 
No es mi turno, yo no lo haré. 

Y en tus palabras ausentes me gusta interpretar,
ingenua, algún tipo de remordimiento. Resentimiento. 
Y en tus palabras ausentes intento comprender, 
inoportuna, algún tipo de explicación. Razonamiento. 
Pero no puedo, no puedo, el tejado se llenó de piedras,
sólo queda una columna sujetándolo todo. 
Tiembla, todo tiembla, todo lo que nos costó años levantar, ahora tiembla. 
Quizá dure media vida en pie, quizá caiga mañana, 
quizá, cierto es, no lo sé. 
Hay una herida abierta, la sangre se vuelve marrón,
casi está seca. 

Alguna vez fui pequeña, no existía el rencor entre nosotros, no existía el silencio, la maldad, el olvido, el negro, la herida, el temblor, la ausencia. Tu cobardía. 


No es mi turno, aprende a llamar a mi puerta. 
No es mi turno, yo no lo haré. 





2 comentarios:

  1. algo de canción de cuna con un toque mórbido...

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  2. Ahora sólo queda el toque de canción de cuna y toda la esencia de algo aplastante y mórbido que la realidad ha decidido estampar en mi rostro

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