Siempre adoraré la lluvia,
las ventanas abiertas,
observar el mar a horas prontas o tardías,
pensar por las noches,
contemplar a los bebés,
el olor a humedad en los garajes,
imaginar situaciones entrañables,
las superaciones ajenas,
los atardeceres desde la ventana de mi antiguo baño,
los caminos rurales,
lugares cálidos y peculiares,
encontrarme con una risa imparable,
el cansancio de trasnochar,
reconstruir mentalmente habitaciones,
las calles adoquinadas y húmedas,
las casas con enredaderas,
el siglo XX,
las canciones de Sabina,
el cielo nublado,
las palabras que me llegan al alma,
paredes blancas.