Una noche me prometí
no pasar por tu sagrada Cibeles,
no atreverme a respirar
el hollín de tus pulmones,
no bajar en Atocha sin jamás perdonarme
no haber buscado tu morada,
el paritorio de tus canciones,
la mejor medicina a mis dolores,
el hombro de mi adolescencia,
lo más descarado
cuando huía de la inocencia,
el hombre más canalla
que ha pasado por mi vida,
amor mío,
amado Sabina.