21.8.10

Penoso.

Más allá de la valla, de la puerta y de metálicos, los geranios.
Desprendía calor un aparato.
Qué dudoso,
qué extraño,
me olía a corazón deshabitado,
temeroso,
temblando;
me olía a fulgor en las entrañas,
sus entrañas.
Qué vida,
que infancia gris,
detecté en aquella mirada de malicia.
La rabia acumulada,
contestaba en negación.
No al mundo,
y ya moriré preso,
de la cárcel
o el miedo,
pensó.
Esponja de la angustia,
la mala percepción,
no agarró ayuda.
A espaldas de la realidad,
castigado,
hacia el hormigón,
provocó a diario su funeral.
Corría por sus venas
agua de alcantarilla.
Despliéguense alas,
el primer beso de amor,
oscuro Blancanieves.
Elévese a nivel cotidiano,
los humanos,
la sonrisa en busca de felicidad,
nunca se encuentra,
una pena.
Compartía nidito de amor,
con alguna delicada,
ya no,
con su parte más amarga.

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